Mausoleo – Segunda Estación

SEGUNDA ESTACIÓN

MAUSOLEO - BREVE HISTORIA DE TODOS SANTOS

La Iglesia de Todos Santos se encuentra ubicada sobre los restos de un antiguo templo ceremonial inca que era conocido como Ushnu (lugar sagrado) de acuerdo a la información dada por reconocidos historiadores. 

Con la llegada de los españoles en 1534 construyen sobre este templo inca la Ermita de San Marcos, donde según los historiadores de la ciudad se llevó a cabo la primera misa católica celebrada por Fray Alonso Mercadillo, el 12 de abril de 1557 con motivo de la fundación de la ciudad de Cuenca. Después de un tiempo en la época colonial se construyó la Catedral Vieja, dejando la ermita como sitio de evangelización para los indígenas. 

Se denomina capilla de Todos Santos desde 1820 hasta que en el año 1885 quedó convertida en parroquia eclesiástica refrendada por el cabildo de Cuenca, dicha obra fue impulsada por el obispo Miguel León, quien donó con escrituras  en 1893 al Padre Julio Maria Matovelle para la congregación naciente quienes residen en este lugar desde 1895. La congregación estaba conformada por Amalia Urigüen, Virginia Urigüen y Rosaura Toro Josefa y Micaela Iñiguez, su principal labor era educar a las niñas indígenas y visitar enfermos.

Desde la administración de las hermanas oblatas se dio la categoría de templo por la magestuosidad de su arquitectura ya que se dieron diferentes refacciones y adelantos en su infraestructura.

En 1922 la Madre Virginia Urigüen, ecónoma general empieza la obra de restauración del templo y culmina el 25 de marzo de 1924 con la entronización de la escultura del Sagrado Corazón de Jesús en el chapitel del templo, Patrono del Ecuador y de la iglesia de Todos Santos. 

A la entrada de la iglesia (a mano derecha), se aprecia el mausoleo de las hermanas oblatas. El mausoleo fue construido en 1950, pero es en el año 2008 donde empieza la restauración del templo donde se adecuan los nichos para ser posteriormente expuestos con sus respectivas lápidas,  aquí se conserva la memoria de las hermanas cofundadoras de la congregación, al igual que el resto de las religiosas oblatas y las  hermanitas de servicio, quienes colaboraban en ciertas actividades del convento y se les consideraba parte de la congregación.

En el suelo existen en forma de testigo unas piedras que se diferencian del resto del piso, las cuales servían como asientos para los indígenas quienes reciben la misa en la parte externa de la Ermita de San Marcos, denotando la diferencia entre clases sociales.

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